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viernes, 25 de febrero de 2011

Tierra, luna y escarcha (A Pablo Guerrero)

Tu palabra clara cubrió tantas noches
con su manto de peces de plata.

Tu voz sabe atravesar arrecifes de espera
y cantar a los dolorosos surcos del alma.

El humo de tus manos dibuja paisajes
de otoños, estíos, nubes doradas
y calma a los corazones sedientos
de tierra, luna y escarcha.

martes, 22 de febrero de 2011

El último verso

Hoy se cumple el aniversario de la Muerte de Don Antonio Machado,  nuestro genial poeta que murió en Colliure, lejos de su casa y con el alma rota por la guerra. Su madre falleció tres días después. En su bolsillo, el último verso que dice “Estos días azules y este sol de la infancia”. Hay numerosa información sobre Antonio, por lo que no voy a escribir sobre su vida, simplemente quiero que estas escuetas líneas sirvan de homenaje para uno de nuestros POETAS, con mayúsculas, cuyos versos me han acompañado en innumerables ocasiones, ya sea leyéndolos o escuchándolos, cantados por Serrat o Paco Ibáñez. A continuación dejo uno de sus poemas, quizás mi preferido:










Retrato


Mi infancia son recuerdos de un patio de Sevilla,
y un huerto claro donde madura el limonero;
mi juventud, veinte años en tierras de Castilla;
mi historia, algunos casos que recordar no quiero.

Ni un seductor Mañara, ni un Bradomín he sido
—ya conocéis mi torpe aliño indumentario—,
más recibí la flecha que me asignó Cupido,
y amé cuanto ellas puedan tener de hospitalario.

Hay en mis venas gotas de sangre jacobina,
pero mi verso brota de manantial sereno;
y, más que un hombre al uso que sabe su doctrina,
soy, en el buen sentido de la palabra, bueno.

Adoro la hermosura, y en la moderna estética
corté las viejas rosas del huerto de Ronsard;
mas no amo los afeites de la actual cosmética,
ni soy un ave de esas del nuevo gay-trinar.

Desdeño las romanzas de los tenores huecos
y el coro de los grillos que cantan a la luna.
A distinguir me paro las voces de los ecos,
y escucho solamente, entre las voces, una.

¿Soy clásico o romántico? No sé. Dejar quisiera
mi verso, como deja el capitán su espada:
famosa por la mano viril que la blandiera,
no por el docto oficio del forjador preciada.

Converso con el hombre que siempre va conmigo
—quien habla solo espera hablar a Dios un día—;
mi soliloquio es plática con ese buen amigo
que me enseñó el secreto de la filantropía.

Y al cabo, nada os debo; debéisme cuanto he escrito.
A mi trabajo acudo, con mi dinero pago
el traje que me cubre y la mansión que habito,
el pan que me alimenta y el lecho en donde yago.

Y cuando llegue el día del último vïaje,
y esté al partir la nave que nunca ha de tornar,
me encontraréis a bordo ligero de equipaje,
casi desnudo, como los hijos de la mar.

viernes, 18 de febrero de 2011

Amigo

Al final vemos
(ya lo predijo algún mago
en los albores del tiempo)
cómo en este espacio
en que vivimos,
tan sólo basta la espera
para poder contar con pocos dedos
aquella suerte de tener a alguien
en quien confiar.

Sé que son como esas hojas
al final verdecidas
con tanto trabajo
y que destacan
entre las arenas baldías
de este inhóspito desierto
en que caminamos,
a veces tropezando,
otras veces
con ese pie firme que quizás
sólo den los años.

A pesar de todo aún existen parajes
donde se pueden pronunciar
palabras reposadas,
aliñadas con el vino que ha nombrado tantas horas,
o simplemente,
el asiento donde descansar del duro viaje,
desde donde pueda decir:
AMIGO.

miércoles, 16 de febrero de 2011

Bendita música

     BENDITA MÚSICA, como decía el maestro Serrat, y estoy de acuerdo, más allá de todo cuanto la rodea. Bendita música que a veces nos hace olvidar que estamos inmersos en una espiral de rivalidad, de falsas amistades, de dobles caras...

     Muchas veces el camino se torna gris aunque a lo lejos se vea un reflejo de algo parecido a una luz, centelleando tímida detrás de las nubes. Siempre nos quedará la música, aunque a veces desdibujada, convertida en una fábrica de canciones al por mayor, donde sólo sobrevive el estribillo más repetitivo. Mi querida música ha visto caer desde lo más alto a cientos de vidas, desgastadas y enfermas por conseguir un sueño que  te puede dar felicidad o empujar al más profundo abismo. Parece no haber escapatoria para quien dedica por entero su vida al arte de las musas. Poco a poco conseguiremos que se desprestigie de tal forma que sólo haya cabida para el arte digerible, de usar y tirar que apenas sobrevive el año en que aparece. ¿Dónde queda la emoción? Yo recuerdo que comencé a hacer canciones y a dedicar por entero mi vida a este noble oficio porque quería ser como Silvio, como Serrat, como Dylan, como Miles Davis, como Agustín Barrios, como Tom Waits y tantos otros que no nombro por no hacer la lista interminable. Preguntémonos a dónde queremos llegar, a dónde podemos permitir que llegue la situación de la cultura en general. El otro día cierta persona me dijo que no había que pagar por la música porque “la música es de todos”. Cada vez que oigo expresiones como ésta me escandalizo enormemente ya que todo el mundo cobra por su trabajo, ya seas albañil, médico o banquero. Señores, ser músico es un trabajo, además muy duro. Un músico de carrera estudia 14 años para poder tener un título, invirtiendo la mayor parte de su vida a ello. Se está convirtiendo en un trabajo cada vez más precario y lo acabaremos pagando. Músicos de fin de semana (sin tener otra opción) abarrotan nuestro panorama nacional, por lo tanto la calidad irá poco a poco disminuyendo debido a la falta de tiempo.

     Desde aquí hago un llamamiento a la reflexión o cualquier día echaremos en falta a la propia MÚSICA.

sábado, 12 de febrero de 2011

Lugar de paso

El aire está lleno de sombras,
recuerdos de tantos caminos olvidados.
Triste montón de piedra
que ves pasar tu exangüe vida
entre razones peregrinas.
Triste lugar de paso
donde nadie habita salvo tu viejo retrato.
Esperas que el silencio
se cubra de hogueras y señales,
pero has visto tanto desde la atalaya del tiempo
que sabes que incluso yo también
he de seguir mi camino.

Ya se marchan las nubes
que te coronaron de agua y ceniza,
ya se marchó el viento.

Yo me voy alejando,
tan solo queda un poema
y el recuerdo haciéndose distancia
a través del gris asfalto.

viernes, 4 de febrero de 2011

La última función

La última función nació poema (queriendo ser canción) y ahora es parte de una de mis últimas canciones, os dejo la primera versión (poema):

Cuando llegue el día
de la última función
y esté al caer la tarde
tras los cristales rotos.
Cuando ya no pueda verte
quizás todo siga igual,
no cesarán las marchas militares,
no tendrán piedad
de este pobre loco
que ya no estará.

Cuando llegue el día
de la última función,
espero seguir siendo lo que ves,
lo que esperas,
aunque el tiempo navegue
en otra dirección,
que las agujas de otras realidades
no me hagan pensar
en lo que pudo haber sido
y no fue verdad.

Cuando llegue el día
de la última función,
el tiempo seguirá
inexorable su camino,
quizás nadie recuerde
que el alba me esperó
por regalarte un racimo de viento,
ese, ya no soy yo,
todo será mentira
cuando caiga el telón.